Cuando hablamos de Navidad, de inmediato pensamos en diversión, parranda y celebración. Sin embargo, después del aislamiento de la pandemia, es común que todos estemos más ansiosos y estresados de lo usual.

Algunos también pueden tener expectativas muy altas de lo que debe ser la Navidad y, en vez de sentir alegría, lo que tienen es la presión de no poder cumplir. Otros pudieran estar obligados a socializar más de la cuenta sin realmente desearlo o asistir a reuniones familiares donde pudieran surgir conflictos y situaciones incómodas.

Para una gran mayoría, la temporada navideña también genera grandes preocupaciones económicas al no saber cómo pagar por los regalos y los gastos extra asociados a las tradicionales celebraciones de la época.  

A muchos los embarga la tristeza al recordar a seres queridos que han perdido a causa de la muerte o por el fin de una relación, e incluso, al extrañar amistades y familiares con los que ya no puedes compartir, ya sea por un cambio de trabajo o por mudanza.

Por eso debemos poner especial empeño en cuidar nuestro bienestar emocional en las festividades. Estas son algunas de las cosas que puedes hacer que te ayudarán a lograrlo:

  • Tener expectativas reales en las reuniones familiares e incluso excusarte si entiendes que es mejor evitar la situación.
  • Participar en actividades comunitarias, especialmente donando tu tiempo como voluntario. Recuerda: ¡dar es amar!
  • Descansar más de lo acostumbrado, desde dormir y leer hasta pasear o viajar.
  • Ejercitarte regularmente, pues te ayuda a liberar endorfinas, lo que nos proporciona más energía y una mayor sensación bienestar general.
  • Hacer todo con moderación, especialmente las comidas y bebidas.
  • Evitar comparaciones con otros, pues afecta tu autoestima. Esto es especialmente importante si tienes una pobre imagen de tu cuerpo.

Además, RECUERDA buscar ayuda con tu proveedor de salud mental o terapeuta si la necesitas.

Todo esto te ayudará a disfrutar de un mayor bienestar emocional.  Esto significa que eres una persona que tiene control de sus pensamientos, sentimientos y comportamiento.  Además, sabes manejar los cambios y retos que te presenta la vida, tienes la capacidad de poner los problemas en su justa perspectiva y tienes la habilidad de recuperarte de los contratiempos. Y, sobre todo, te sientes bien contigo mismo y en tus relaciones laborales, personales y familiares.