Hace casi dos mil años, el poeta romano Décimo Junio Juvenal ya relacionaba la salud física y la salud mental en su célebre frase “mens sana in corpore sano”

No fue hasta mediados del siglo XX, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) pasó a definir la salud no solo como la falta de enfermedad, sino como el bienestar tanto físico, como mental y social de una persona. De esta forma, reconocía y daba a entender que los tratamientos médicos deben enfocarse en la persona en su conjunto y no únicamente en los aspectos físicos de la enfermedad.

Sin embargo, hace algunos años la salud de los pacientes se dirigía específicamente a tratar enfermedades físicas. Hoy día, gracias a la innovación y a investigaciones recientes, sabemos que la salud mental de un paciente influye en gran medida en su bienestar físico.

¿Cuál es el impacto de la salud mental en la salud física? Veamos unos ejemplos:

El estrés y el sistema inmune

Estudios realizados en los últimos años en el campo de la psiconeuroinmunología han conseguido demostrar y determinar algunos de los mecanismos por los que se relacionan el sistema neurológico y el sistema inmunitario. 

Si bien tener un poco de estrés puede ser positivo en casos puntuales, como respuesta biológica ante amenazas externas, sufrir estrés crónico debilita nuestro sistema inmune. Las personas con estrés crónico muestran un nivel de cortisol constantemente elevado que actúa sobre nuestro sistema inmune, reduciendo su capacidad de respuesta.

Ansiedad y enfermedades coronarias

Es conocido que factores psicológicos como el estrés y la depresión juegan un papel importante tanto en la aparición, como en la evolución de enfermedades coronarias. Hoy comprendemos que la ansiedad es un factor determinante en nuestra salud cardiovascular, al mismo nivel que un factor tan importante como la hipertensión arterial. Un metaanálisis llevado a cabo en el año 2010 indica que los pacientes con ansiedad tienen un 26% más de probabilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular, y un 48% más de morir a causa de ésta. 

Según este mismo estudio, los niveles de ansiedad que padece una persona pueden servir de marcador para prevenir la posible aparición de enfermedades coronarias en el futuro.

Cerebro y sistema digestivo

El cerebro y el sistema digestivo están íntimamente conectados, tanto en un sentido como en el otro: por un lado, la digestión influye en los estados de ánimo y las emociones; por otro, el estrés y la ansiedad agravan enfermedades inflamatorias como la gastritis o la colitis. 

Así pues, controlar nuestra alimentación puede mejorar nuestro bienestar emocional, de la misma forma que cuidar nuestra salud mental tendrá un efecto positivo en nuestros procesos digestivos.

Salud mental y cáncer

A pesar de que en los últimos años se ha avanzado mucho en el tratamiento de las enfermedades oncológicas, el cáncer sigue siendo una de las enfermedades más temidas, debido tanto a la naturaleza de la enfermedad, como a unas tasas de mortalidad todavía muy elevadas. 

Entonces, no es de extrañar que el cáncer tenga una relación estrecha con la salud mental de los pacientes. 

Por un lado, las personas diagnosticadas de cáncer pueden sufrir estrés, depresión o ira. Por otra parte, los aspectos psicológicos influyen en el bienestar del paciente durante el tratamiento y la evolución de la enfermedad. De hecho, no son raros los pacientes que sufren efectos secundarios de la quimioterapia (náuseas y vómitos) aun antes de haberla recibido.

Conclusión

La salud mental y física están estrechamente relacionadas. Esta interrelación ha cobrado especial relevancia durante los últimos dos años, debido a la pandemia de COVID-19 y, especialmente, en los periodos de confinamiento. Durante estos años, muchas personas han experimentado un aumento en sus niveles de ansiedad y estrés, lo cual ha tenido también un efecto negativo en su bienestar físico. 

Cuidar nuestra salud mental es fundamental para mantener nuestro bienestar general. Aunque muchas veces pueda parecer difícil, debemos intentar controlar nuestros niveles de estrés y evitar situaciones que puedan producir ansiedad. 

Si prestamos más atención a nuestra salud mental, podríamos lograr un mayor bienestar físico y emocional. 

Fuentes: