Es muy triste ver como en algunas ocasiones se discrimina de las personas por ser un adulto mayor. Puede ser en el lugar de trabajo, en el acceso a servicios, incluyo en la vida social y familiar. Esto se llama edadismo y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un problema mundial. La OMS reconoce que el discrimen común por edad a adultos mayores conduce a una salud física y mental más pobre, al aislamiento social y la soledad, e incluso a muertes tempranas. Cuando un adulto mayor es discriminado puede afectar su calidad de vida y se convierte en un desafío para lograr un envejecimiento saludable.

El edadismo es considerado una forma de maltrato. Por ejemplo, en el lugar de trabajo el edadismo puede ser bastante común. A veces, las personas mayores tienen dificultades para conseguir un trabajo o subir a una mejor posición, porque se asume que no entienden la vida moderna o no pueden adaptarse a la nueva tecnología. También ocurre que no toman en consideración sus opiniones o comentarios. Estos prejuicios pueden hacer que sea más difícil para ellos el día a día en sus lugares de trabajo, haciendo que quieran aislarse de sus compañeros y de entorno en general. Este aislamiento puede afectar negativamente su salud mental, autoestima, confianza en sí mismos y aumenta las probabilidades de muerte prematura en un treinta y dos por ciento (32%) que las personas que se sienten conectadas y realizadas.

En la vida familiar, también se observa el discrimen por edad. No se escuchan sus opiniones o encuentran que sus comentarios son anticuados. A veces no se incluyen en reuniones familiares asumiendo que no están interesados en asistir, o porque es difícil manejarlos debido a que su movilidad es más lenta. Se toman menos en cuenta por ser menos activos o por pensar que no pueden contribuir. Estos prejuicios hacen que se sientan menos valorados e incluidos en la vida familiar, generando un aislamiento no deseado, pero preferido ante los sentimientos que les provoca sentirse solos y menospreciados dentro de su propia familia.

El edadismo también puede ocurrir en situaciones cotidianas, como cuando se va a una panadería o se está en la fila del supermercado. A menudo, las personas mayores pueden enfrentar actitudes despectivas o ser tratadas con falta de paciencia, simplemente por su edad. Por ejemplo, pueden ser ignoradas o atendidas de manera brusca, o se les pueden hacer comentarios sobre su edad que resulten incómodos. Estos comportamientos no solo afectan su experiencia en estos lugares, sino que generan sentimientos de marginación e impotencia al saberse poco respetados y ser tratados como incapaces de realizar tareas cotidianas como salir a hacer sus compras o sus propias diligencias. El menosprecio por sus capacidades, talentos, experiencia resulta en una falta de respeto y consideración en estos escenarios que afecta su bienestar emocional y aumenta sus sentimientos de soledad y aislamiento social.

Está en todos nosotros estar atentos para evitar la discriminación y detectar si algún adulto mayor se siente marginado, aislado o solo. Debemos ser conscientes de cómo nuestras acciones y palabras pueden impactar a los demás y esforzarnos por crear un entorno inclusivo y respetuoso. Si notamos que alguien está siendo excluido o se siente solo, es importante intervenir con empatía y apoyo, ofreciendo compañía y asegurándonos de que se sienta valorado. La atención y el cuidado que brindemos pueden marcar una gran diferencia en la vida de las personas mayores, promoviendo su bienestar y ayudándoles a sentirse conectados, apreciados y saludables.